Katádesmos (en griego) o Tabellae Defixionum (para los romanos, de defixio, en latín quiere decir “fijación de arriba a bajo”, así se denominaban las conocidas habitualmente como tablillas de maldición que se utilizaban para prácticas mágicas en el período que va desde los siglos VI-V a.C. hasta el siglo V d.C. El origen de estas tablas es griego y materialmente son idénticas a las romanas.
Estas tablillas, que se utilizaban para doblegar la voluntad de las personas se elaboraban en plomo, material relacionado con Saturno pero también en otros tipos de materiales tales como bronce y estaño y solían conjurarse en el ara, que era un altar doméstico levantado para las deidades tales como los dioses Lares, el Genio, los Penates, Vesta y los antepasados familiares. Se escribían utilizando un punzón, se enroscaban y solían atravesarse con clavos de hierro, vinculados a Marte. Se acompañaban de símbolos, dibujos y fórmulas mágicas junto con el nombre de la víctima.
En ellas se invocaba a los dioses infernales (Hades, Perséfone, Deméter, etc…) y solían estar motivadas por el rencor, el deseo, el despecho amoroso (tablillas de maldición eróticas) o la venganza por algún agravio, y se les exhortaba para que hicieran caer calamidades sobre la persona en cuestión.
Para ser efectivas debían cumplir principalmente dos condiciones: estar bien detalladas, esto es ser lo más claras posibles en explicación del motivo y la petición; y ocultarse en lugares propicios, bien manantiales, pozos, tumbas o cementerios, ya que estos lugares se consideraban pasos al inframundo.
Una de las tablillas más conocidas y de la que dejo traducción como ejemplo, es de origen griego es la tablilla de Pella (Macedonia), es un conjuro de amor escrito en dialecto dórico por Dagina, una mujer de bajo estatus cuyo amante, de nombre Dionyshopon está a punto de casarse con otra mujer llamada Zetimas y donde la oferente invoca a Makrón y a los demonios para que el hombre no se case con su rival sino con ella y dice así:
“En la boda oficial de Zetimas y Dionisofón escribo esta maldición, y a todas las otras
esposa(s), viudas y vírgenes, pero a Zetima en particular, y confío a Makrón y a
(los) demonios que sólo cuando desentierre y desenrolle y relea esto,
(entonces) ellos podrán casar a Dionisofón, pero no antes; y que nunca pueda casarse con otra mujer que no sea yo;
Y (yo) pueda envejecer junto a Dionisofón y nadie más. Yo (soy) vuestra suplicante:
tened compasión de (vuestro amado) queridos demonios, Dagina (?), ya que he
abandonado a todos mis amados.
Pero por favor guardad esto por mi bien para que estos eventos no ocurran y la
desgraciada Zetimas perezca miserablemente y a mí me conceda (fe)licidad y dicha”.
Como ven no se andaban con chiquitas y si bien las tablillas de carácter amoroso son las más abundantes hay incluso quien invocaba venganza porque le habían robado un zapato!
Hoy en día se conservan miles de ellas y han sido consideradas por la Unesco en su “Memory of the World”. En España me consta que podéis verlas en Málaga, Sagunto, Córdoba, Sevilla, Jaén y Cuenca.
Espero haya despertado su curiosidad.