domingo, 24 de enero de 2016

LA SIBILA. MITO, LEYENDA, ARQUETIPO Y PROYECCIÓN




       
“Profiriendo con su convulsa boca graves palabras sin ornato ni perfume, años miles traspasa con su voz la sibila gracias al dios que la anima”.

                                                                       (Heráclito, fragmento 12)


Así mismo, si nombráramos a la Sibila y a todos los demás que, gracias a la adivinación inspirada por la divinidad, hicieron a muchos muchas predicciones y los dirigieron así por el camino recto al porvenir, nos alargaríamos hablando de cosas por todos conocidas”.

                                                                       (Platón, “El Fedro o de la Belleza”)  


Nota al lector:

Deja que te cuente brevemente cómo empezó todo esto, fue a raíz de indagar en arquetipos femeninos oscuros, por eso de devolverles su poder esencial, cautivo de la manipulación patriarcal, que llegué a Circe y de su mano al estudio del simbolismo en los textos clásicos griegos y desde ahí a la figura de la Sibila. Ahora escribo sabiendo que esto no es sino una aproximación hacia ellas, ya que cuanto más indago más se bifurca el sendero y se me hace más difícil elegir por cuál de las sendas adentrarme.

Voy llena de preguntas, jugando con la historia de la Historia que nos han contado y planteándome esa otra Historia de un origen que si bien ya hace no sabemos ver, sí manejaban los antiguos. Voy buscando símbolos que nos permitan traspasarlos y poder abrir la puerta, por lo tanto este escrito está inconcluso.

Durante esta pequeña incursión, una de las cosas que más me llamó la atención fue la evolución de esta figura (arquetípica universal, pero también mujeres reales de carne y huesos) a través de los siglos, su papel desde las pitias griegas a las que en cierto modo sustituyeron, como guía del más allá en la Eneida y su gran influencia en época romana, su vínculo con el arquetipo de Perséfone-Proserpina y Juno Inferna, su relación con las profetisas en textos bíblicos del A.T, su plasmación por parte del artista Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, su auge y caída en el marco del cristianismo, su representación en Sudamérica, su vinculación a Sir James George Frazer y los vestigios de su importancia que aún hoy podemos encontrar buscando cómo hay que buscar: Con los ojos, la mente y el espíritu bien abiertos.


Antecedentes

La mayoría de nosotros tenemos idea de los oráculos del mundo antiguo, recordaros que por definición un oráculo puede ser un lugar, una persona, una contestación dada por los dioses; pues bien, siendo así, donde moraba la sibila era un oráculo pero la Sibila también lo era en sí misma. Desde tiempos remotos los habitantes de Asia Occidental recitaban versos que se tenían por declaraciones oraculares de unas profetisas llamadas Sibyllai. Según algunas tradiciones, Sibila fue el nombre de la primera pitia del oráculo de Delfos, otras la designan como Daphne o Manto, lo cierto es que no tenemos total certeza de quién fue la primera.
 Si bien el significado del término sibila no está del todo claro, hay autores que sugieren que el sustantivo proviene de la palabra síos, que en el dialecto eólico (griego arcaico hablado en la costa de Asia Menor, Lesbos, Tesalia y en las colonias griegas) significa dios y de boule, es decir, voluntad, espíritu, consejo. En realidad mucho de lo que concierte a las sibilas aún se encuentra envuelto en oscuridad, pero suponese que el término sibila se generalizó y se siguió utilizando como nominativo de esta profesión.

Como definición de sibila encontramos:

S.f. Mujer que tenía la capacidad de predecir el futuro, según los textos antiguos y romanos.

F. Mujer sabia a quien los antiguos atribuyeron espíritu profético.

MIT. Sacerdotisa de apolo, a la que se le atribuía la facultad de predecir el futuro.

Si bien el filósofo Heráclito de Éfeso es el primero que nos informa de su existencia en el siglo VI. A.C. y muchos autores clásicos reconocidos las mentaron, no fue hasta el autor romano Varrón, erudito contemporáneo de Cicerón (116-27 a.C) cuando se elabora la lista ellas que parece tenerse más en cuenta y que las limita a diez teniendo en cuenta el lugar de su oráculo. (Ya que se ignora el número fijo, podréis encontrar varias de estas listas en los índices que posteriormente agregaré al trabajo).


Las sibilas vivían preferentemente en grutas o bien cerca de corrientes de agua y manifestaban sus profecías durante el trance y en versos hexámetros griegos que se trasmitían al consultante por escrito. Aunque se nos ha trasmitido la idea de que alcanzaban el trance mediante la inhalación de los vapores sulfurosos, ésta no deja de ser una leyenda que se difundió  a partir de los autores cristianos de los siglos III y IV, tales como Orígenes y San Juan Crisóstomo; pues lo cierto es que no se han encontrado ninguna descripción por parte de ningún autor pagano al respecto de cómo alcanzaban este trance.


De todas estas sibilas de la Antigüedad  la que alcanzó más prestigio fue la de Cumas (Kyme) o cumana. Cumas fue la primera colonia griega establecida en Italia, sita al N.O de la bahía de Nápoles y la sibila, a quien se le atribuía también el título de Deífoba ( deidad o forma de dios) era natural de Eritrea, en la actual Turquía. Cerca de las ruinas de la antigua ciudad existen varias cuevas excavadas en la roca de origen volcánico y en esa falda del monte se encuentra la gruta de la sibila, que conduce al llamado antro de la sibila, santuario que estaría activo entre los siglos V y VI a.C. y al conjunto arqueológico compuesto también por el templo de Júpiter y el de Apolo.


                           (Antro de la sibila en Cumas)
                     
Una cosa curiosa es que en uno de estos habitáculos  se muestran dos grupos de marcas verticales, arcos y líneas transversales considerados signos arqueo astronómicos que corresponden a calendarios lunares (el calendario que usaban los griegos era lunisolar, el romano primitivo también hasta hacerse solar a partir de la reforma entre los siglos VII-VI a.C.)

Los signos fusiformes (con forma de huso, útero y vulva) encontrados, llevan a pensar en rituales de fecundidad, referentes en Cumas a Hera o Isis). Cronológicamente este calendario data del último tercio del siglo IV a.C., pudiendo pertenecer al culto de Artemisa, hermana de Apolo, identificada con la Luna Creciente.

Esto es curioso, porque si en el siglo IV a.C el calendario romano era ya solar y el culto de Apolo también, qué sentido tiene para los ritos o para la consulta del oráculo cada día 7 del mes, el calendario lunar? Entonces vuelvo a la mitología de la Grecia clásica, al fin y al cabo los romanos heredaron y asimilaron los oráculos de los griegos y me percato de varias cosas que azuzan esas ganas de cuestionar lo casi incuestionable.

Según la tradición griega suponemos a las sibilas se las consideraba relacionadas con Apolo, sus sacerdotisas e inspiradas por él, dios solar, pero ojo: la diosa originaría que poseía el don de la adivinación era Temis, la titán hija de Tierra.

Según una tradición, el oráculo más importante, el de Delfos fue cedido al dios por Temis; pero hay otra tradición, según la cual parece que esta cesión no fue en absoluto voluntaria; apoderándose violentamente del santuario después de matar a Pitón, el dragón o serpiente a quien la Tierra encargó guardase la cueva. Reparando en esta tradición ganaría sentido mucho lo desconocido e interpretado en las artes mágicas.


Una vez más el conocimiento de los misterios oculto se nos muestra aquí vinculado a la tierra en sí y la conexión que se establece con ella, de ahí el uso como morada de las pitias y las sibilas. Más si tenemos en cuenta que el origen de la manteía o adivinación griega que  fuertemente ligada a las fuerzas cnóticas o del inframundo y a la tierra (la del interior no la de superficie), de ahí también los oráculos pronunciados por incubación, trasmitidos a los mortales profanos por los sueños después de una noche pasada contra el suelo.


La Sibila y su papel en La Eneida

Incubación, tierra profunda, gruta, caverna, fecundidad, luna, inframundo… Me lleva a pensar en la Proserpina romana, el equivalente de la Perséfone  griega; una deidad femenina de vida, muerte y resurrección, la reina del Inframundo vinculada al mito de la Primavera. Entonces recuerdo algo importante de la Eneida y vuelvo sobre sus páginas, ahí están! Y están ambas, la Sibila de Cumas y Proserpina.

Para quienes aún no conozcáis la Eneida (Aenesis en latín), narra la epopeya de un príncipe troyano llamado Eneas, que huye de Troya junto con su padre, su hijo y algunos súbditos cuando ésta es tomada por los aqueos. En busca de su destino emprende una serie de viajes durante los cuales el protagonista se transformará en héroe, descendiendo al Inframundo y volviendo para fundar una gran ciudad que dominará al mundo tal como quiere Júpiter. Esta historia responde a la tradición arquetípica del viaje del héroe, la historia más antigua de todas esclarecida como fenómeno por Carl Jung, y que fue un encargo del emperador Augusto con el fin de atribuir al imperio romano un origen mítico.

A nosotros lo que nos importa en realidad es el sentido simbólico del texto concebido por Virgilio aún sin saber qué hay o qué no hay de certero históricamente hablando pero también teniendo en cuenta que toda leyenda contiene parte de verdad.



El caso es que debido a la necesidad de cumplir con su difunto padre y buscar su consejo, nuestro príncipe tendrá que entrar en el Inframundo y regresar sin los pies por delante, así que por recomendación de la harpía Celeno la Oscura va en busca de Heleno, hermano de Casandra (ambos dotados con el don de la profecía) que le insta a ir a visitar a la Sibila de Cumas. Eneas cumple con los ritos para con el oráculo y la sibila le brinda de viva voz su profecía, le habla acerca de la Rama Dorada que debe ofrendar a Proserpina/Juno Inferna como presente, credencial mágica necesaria para poder conducirse por el más allá y le guía en su intrusión en el Inframundo. Este papel de guía es una caracterítica que comparte con el papel que adoptó Circe con Odiseo en su viaje.

<<Mas si tan grande es tu ilusión, y el ansia / de surcar por dos veces la Estigia, / y ver dos veces el oscuro Tártaro, / gozando audaz en la insensata empresa, / oye lo que has de hacer antes que nada. / Hay un ramo, de un árbol en la fronda, / hojas y tallo de oro, consagrado / a Juno Inferna; en torno lo circundan, / por ocultarlo, el bosque todo en hoscas/ y cerradas umbrías. Sólo puede penetrar bajo tierra quien primero/ segó el pimpollo de las hojas de oro>>: VI, 198-209 (trad. De Aurelio Espinosa al español, de la traducción del latín al inglés de William Pitt en 1743).

Qué clase de rama era esa de la que Virgilio hablaba, podría ser identificada botánicamente o interpretada desde un punto de vista místico?

Mucho se ha especulado, varios autores lo identifican con el muérdago, incluso Frazer  al principio, si bien luego los acontecimientos le darían otra perspectiva añadida al asunto que podéis consultar de un modo más amplío en las páginas  XV-XXII la introducción a su libro “La Rama Dorada. Un estudio en Magia y religión” ; este es el título original que el autor le puso a su obra principal, a mi entender una obra excepcional de antropología comparada. Al final del libro en el capítulo 6, encontramos su conclusión que no pienso revelaros por incitaros a leerla.

Me fascina que escogiese ese título, a mi entender  no pudo estar más acertado al hacerlo.  Al fin y al cabo cada texto tiene tantas interpretaciones como niveles de conciencia tenemos cada cual.


Los libros sibilinos

Los libros sibilinos eran los libros proféticos de la antigua Roma, de origen mitológico cuenta la tradición que en una ocasión la sibila de Cumas se presentó ante el rey romano Tarquinio el Soberbio y le ofreció nueve libros proféticos a un precio bastante elevado, por lo que él se negó a pagar ese precio        con la intención de bajar el precio para conseguirlo, acto seguido la sibila destruyó tres de los libros. Le ofreció pues los seis restantes a igual precio que antes y al negarse él de nuevo destruyó estos tres; movido por el miedo de que no se salvase ni uno, Tarquinio pagó por estos tres últimos el precio de los nueve.

Estos tres libros, escritos en hojas de palmera hasta que posteriormente fueron pasados a papiro y que quedaron sin destruir fueron custodiados con gran celo en el templo de Júpiter  en un cofre en piedra y especialmente apreciados durante el siglo II a.C. eran protegidos por diez sacerdotes llamados “decenveri sacris faciundis”, únicos con la autoridad  de su lectura e interpretación y fueron consultados en tiempos  difíciles cuando así lo requería el Senado. Las recomendaciones que sacaban de ellos hacían referencia sobre todo a sacrificios, ceremonias y rituales que se debían hacer para obtener la gracia de los dioses.

Así pues, las profecías eran las que transmitían las palabras de la deidad y los sacerdotes hacían interpretación de ellas.

En el año 83 a.C. fueron destruidos por el fuego y el Senado mando por los territorios del imperio recoger los libros sibilinos que pudiesen encontrarse, ordenando Octavio Augusto copiarlos para ponerlos en dos cofres de oro ubicados en el templo de Apolo en el Palatino.
Finalmente en el año 408 d.C. se quemaron las copias por orden del general Flavio Estilicón, entusiasta cristiano arriano.

Pero esto no es un final, la figura de la sibila trascendería el tiempo hasta nuestros días, y esa es la parte que dejo pendiente para contarla en breve en esta entrada que iré ampliando...




Bibliografía, referencias y fuente de consulta:

“La Eneida”, Virgilio.

“Metamorfosis”, Ovidio.

“La Rama Dorada. Magia y religión”, James George Frazer.

“El Fedro o de la Belleza”,Platón.

“Disertaciones de la Academia Real de las inscripciones y buenas letras de París”

 “Mitología universal: Historia y explicación de las ideas religiosas…. Juan Bautista Carrasco, Gaspar y Roig.

Mitología y arqueología mistérica (MAM).

Valquiria© 2016
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