domingo, 2 de noviembre de 2025

La mediumnidad no se compra: el don no es un PDF



En la feria de los milagros contemporánea, donde lo sagrado se convierte en branding y la fe en algoritmo, se ha instalado una nueva forma de impostura: el curso que promete “convertirte en médium” por el módico precio de 150 euros. Es una broma ontológica, una profanación elegante del misterio. No porque el dinero sea impuro, sino porque ese intercambio trivializa lo que debería infundir vértigo: la comunicación con lo invisible.

La mediumnidad no es un privilegio que se adquiere ni un talento que se enseña; es una fractura. Una alteración radical de la conciencia que, en términos de William James, pertenece a “los márgenes de la experiencia humana, donde lo anómalo toca lo divino y la voluntad se desborda” (James, 1902, p. 378). No se elige: sucede. No se enseña: se sobrevive. Quien la porta no está “iniciado”: está marcado.

Los mercaderes del misterio han decidido aplicar la lógica del marketing al territorio del abismo. Prometen activar canales, abrir chakras, “alinear la frecuencia del alma” y otras metáforas vaciadas de sentido. Pero como advirtió Mircea Eliade, las experiencias extáticas o chamánicas no son técnicas reproducibles: “la vocación no se aprende; sobreviene bajo el signo de la enfermedad, la ruptura o el éxtasis” (Eliade, 1951, p. 25). Reducir esa llamada a un taller de fin de semana es confundir la teofanía con un webinar.

Las visualizaciones y respiraciones guiadas, útiles como herramientas de percepción, no fabrican médiums. Théodore Flournoy lo demostró en su célebre estudio From India to the Planet Mars (1900): cuando el trance se descontextualiza y carece de contención simbólica o psicológica, la mente inventa ficciones para dar forma a lo intolerable. De ahí nacen los delirios místicos de diseño, las “canalizaciones” que son proyecciones, y las dependencias afectivas hacia los supuestos maestros que venden el acceso. Sin acompañamiento, el umbral se convierte en un colapso narrativo.

Esta industria de la iluminación exprés no sólo miente: produce daño. La literatura clínica contemporánea lo llama spiritual emergency: una crisis psicospiritual derivada de prácticas intensas sin guía ni supervisión. Stanislav y Christina Grof advirtieron que “lo que puede ser un proceso transformador en un contexto ritual o terapéutico adecuado, se convierte en un episodio psicótico en un entorno inadecuado” (Grof & Grof, 1989, p. 43). Esa frontera —la del desbordamiento mal gestionado— es donde se arruinan más vidas que las que se iluminan.

Los mercaderes no ignoran esto; lo explotan. Construyen autoridad a base de testimonios y vídeos sensibleros, usando el sufrimiento ajeno como herramienta de marketing. El fenómeno está documentado en sociología del consumo espiritual: “la experiencia mística se reconfigura como un bien simbólico, susceptible de promoción, segmentación y venta” (Rinallo et al., 2019, p. 12). La fe convertida en producto. La herida, en engagement.

No es la primera vez. Allan Kardec, ya en el siglo XIX, diferenciaba la mediumnidad genuina de su explotación fraudulenta, advirtiendo que “la facultad no se comunica por enseñanza, y su ejercicio sin moralidad ni propósito es una desviación peligrosa” (Kardec, 1861, p. 219). Hoy, esa desviación se ha sofisticado: se llama coaching espiritual, y lleva música de fondo.

El problema no es que se cobre —los maestros siempre han recibido ofrendas—, sino que se venda ilusión. Michel de Certeau lo explicaba con precisión: “la palabra religiosa se degrada cuando pierde su espesor de ausencia” (De Certeau, 1982, p. 47). El mercado espiritual de Instagram carece de esa ausencia: todo está lleno, luminoso, inmediato. No hay espera, no hay noche oscura del alma. Sólo brillo, certificación y branding personal.

Aun así, algunos siguen creyendo que la mediumnidad puede enseñarse. Se equivocan. Lo que puede transmitirse —y debe— es el arte de la contención: cómo sostener la alteridad sin romperse, cómo distinguir la voz interior del ruido colectivo, cómo cerrar las puertas que uno abre. La educación espiritual legítima no promete poderes: enseña límites. El verdadero guía no te vende una facultad; te prepara para sobrevivirla.

El médium real rara vez desea serlo. Busca silencio, no clientes. Y quien no lo es, puede vivir una espiritualidad profunda sin necesidad de fingir grietas que no tiene. Pero en el escaparate espiritual de nuestra época, donde todo se monetiza, hasta la vulnerabilidad se vuelve tendencia.

Así que, a los mercaderes del misterio, os lo digo sin rodeos: vuestras certificaciones no valen nada en el territorio donde se quiebran las almas. Vuestros PDFs no detienen el vértigo. Si os importara el misterio, pondríais límites, no precios. Vuestros talleres son más peligrosos que inútiles, porque imitan la forma de lo sagrado sin asumir su fondo. Habéis convertido el umbral en un e-commerce.

Y a quienes buscan honestamente: leed. James, para entender el desbordamiento; Eliade, para reconocer la estructura del trance; Flournoy y Grof, para comprender el riesgo real del exceso sin contención. Lo demás es cosmética mística.

La mediumnidad no es una meta, es un estado de frontera. No se compra, se soporta. Y quien la vende comete el peor de los pecados simbólicos: traficar con el dolor de los que tocan el abismo.

Que no te vendan el fuego como incienso.
Lo sagrado no se adquiere: se sobrevive.


Bibliografía 

  • De Certeau, M. (1982). La fable mystique (XVIe–XVIIe siècle). Paris: Gallimard.

  • Eliade, M. (1951). Le chamanisme et les techniques archaïques de l’extase. Paris: Payot.

  • Flournoy, T. (1900). From India to the Planet Mars: A Study of a Case of Somnambulism with Glossolalia. New York: Harper & Brothers.

  • Grof, S. & Grof, C. (1989). Spiritual Emergency: When Personal Transformation Becomes a Crisis. New York: Tarcher/Putnam.

  • James, W. (1902). The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature. London: Longmans, Green & Co.

  • Kardec, A. (1861). Le Livre des Médiums. Paris: Didier.

  • Rinallo, D., Scott, L. & Maclaran, P. (2019). “The marketing and consumption of spirituality and religion.” Journal of Management, Spirituality & Religion, 16(1), 5–25.

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